La mampostería es un material que se ha empleado en la construcción de puentes para vehículos livianos desde hace muchos años. Está constituida por ladrillos o piedras, unidos por un mortero
de cemento. Su capacidad para absorber cargas de compresión es muy elevada, tal como lo es la del hormigón masivo
y, por lo tanto, se usa en estribos, cepas, muros de contención y elementos que trabajan a la compresión.
Como no tiene acero de refuerzo no es dañado fácilmente por la humedad. Sin embargo, las vibraciones que producen los vehículos pesados que circulan en la actualidad puede dañar la mampostería. Las afectan principal- mente los siguientes cuatros deterioros: agrietamientos, desaplomes o combaduras, morteros de mala calidad y deterio-
ro de ladrillos y/o piedras.
Los agrietamientos son signos evidentes que la mampostería está fallando, ya sea por sobrecargas, vibraciones, impactos del tránsito, cambios de temperatura, o ciclos de sequedad y humedad. Los agrietamientos debilitan la mampostería permitiendo que el agua y el suelo entren a la estructura. En las grietas suelen arraigar plantas
y aún pequeños árboles, que las ensanchan aún más.
La mampostería, al igual que el hormigón, se expande y contrae con los cambios de temperatura. Los agrietamientos inducidos por los diferenciales de temperatura afectan generalmente sólo al mortero de unión de los ladrillos o piedras. Las grietas que comprometen los ladrillos o piedras son signos de fallas más severas, tales como asentamientos de la fundación o que la mampostería ha sido sobresolicitada.
Los agrietamientos son serios si se encuentran cerca de los apoyos de la superestructura, si comprome- ten los ladrillos o piedras, o si la falla tiene más de 10 mm de ancho.
Los desaplomes de la mampostería se deben usualmente a un aumento del empuje del suelo y se dan, con alguna frecuencia, en estribos, muros de contención y muros antepechos de mampostería de puentes en arco. El aumento de empujes puede deberse a un incremento no previsto en la altura de las tierras que se contienen, a un aumento del contenido de humedad de los suelos retenidos, motivado por drenajes obstruidos, o por vibraciones de vehículos pesados. Los movimientos sísmicos también pueden producir desaplomes de los muros de mampostería.
Los morteros de mala calidad pueden ser lavados por las aguas ya sean de la corriente o de las precipita- ciones. El mortero de pega es normalmente más débil que los ladrillos o piedras y termina por deteriorarse con la edad.
Si el mortero se encuentra en malas condiciones o se ha perdido en gran parte, los ladrillos o piedras se desprenden, llegándose incluso a un colapso de la mampostería.
La duración de una mampostería depende en gran medida de la calidad del ladrillo y/o de la piedra; algunas pierden resistencia con el tiempo, las aguas de la corriente o las precipitaciones las desgastan y los efectos de las variaciones térmicas las quiebran o desintegran. La calidad o estado de estos elementos se puede determinar gol- peando su superficie con un martillo; si se rompen, normalmente es necesario recubrirlas con algún mortero resistente para protección.
de cemento. Su capacidad para absorber cargas de compresión es muy elevada, tal como lo es la del hormigón masivo
y, por lo tanto, se usa en estribos, cepas, muros de contención y elementos que trabajan a la compresión.
Como no tiene acero de refuerzo no es dañado fácilmente por la humedad. Sin embargo, las vibraciones que producen los vehículos pesados que circulan en la actualidad puede dañar la mampostería. Las afectan principal- mente los siguientes cuatros deterioros: agrietamientos, desaplomes o combaduras, morteros de mala calidad y deterio-
ro de ladrillos y/o piedras.
Los agrietamientos son signos evidentes que la mampostería está fallando, ya sea por sobrecargas, vibraciones, impactos del tránsito, cambios de temperatura, o ciclos de sequedad y humedad. Los agrietamientos debilitan la mampostería permitiendo que el agua y el suelo entren a la estructura. En las grietas suelen arraigar plantas
y aún pequeños árboles, que las ensanchan aún más.
La mampostería, al igual que el hormigón, se expande y contrae con los cambios de temperatura. Los agrietamientos inducidos por los diferenciales de temperatura afectan generalmente sólo al mortero de unión de los ladrillos o piedras. Las grietas que comprometen los ladrillos o piedras son signos de fallas más severas, tales como asentamientos de la fundación o que la mampostería ha sido sobresolicitada.
Los agrietamientos son serios si se encuentran cerca de los apoyos de la superestructura, si comprome- ten los ladrillos o piedras, o si la falla tiene más de 10 mm de ancho.
Los desaplomes de la mampostería se deben usualmente a un aumento del empuje del suelo y se dan, con alguna frecuencia, en estribos, muros de contención y muros antepechos de mampostería de puentes en arco. El aumento de empujes puede deberse a un incremento no previsto en la altura de las tierras que se contienen, a un aumento del contenido de humedad de los suelos retenidos, motivado por drenajes obstruidos, o por vibraciones de vehículos pesados. Los movimientos sísmicos también pueden producir desaplomes de los muros de mampostería.
Los morteros de mala calidad pueden ser lavados por las aguas ya sean de la corriente o de las precipita- ciones. El mortero de pega es normalmente más débil que los ladrillos o piedras y termina por deteriorarse con la edad.
Si el mortero se encuentra en malas condiciones o se ha perdido en gran parte, los ladrillos o piedras se desprenden, llegándose incluso a un colapso de la mampostería.
La duración de una mampostería depende en gran medida de la calidad del ladrillo y/o de la piedra; algunas pierden resistencia con el tiempo, las aguas de la corriente o las precipitaciones las desgastan y los efectos de las variaciones térmicas las quiebran o desintegran. La calidad o estado de estos elementos se puede determinar gol- peando su superficie con un martillo; si se rompen, normalmente es necesario recubrirlas con algún mortero resistente para protección.
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