El desarrollo en el que el hombre está inmerso, como la construcción de grandes carreteras, puede terminar dejando una dolorosa huella en el medio ambiente si no se toman a tiempo las medidas de fiscalización y control adecuados. Así lo demuestra el estudio Carreteras y Áreas Protegidas, un análisis económico integrado de proyectos en el norte de la Amazonía boliviana.
La investigación fue realizada por Conservación Estratégica y WCS Bolivia, con el financiamiento de la Fundación Moore y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). El informe formula sugerencias para cuidar el medio ambiente en la construcción de carreteras en el país, especialmente en las áreas protegidas.
El estudio muestra que con costos bajos, que oscilan entre el 0,52 y el 4,7% del costo total de las obras, se puede construir carreteras minimizando los daños a las áreas protegidas y con impactos positivos en las regiones.
“Lo que buscamos de una manera muy conservadora es incluir costos adicionales básicos en control y fiscalización para minimizar pérdidas ambientales y conflictos en las áreas protegidas. Esas áreas generan muchos beneficios al país, que necesitarían ser considerados en la promoción de proyectos viales en la región”, dice Leonardo Fleck, uno de los autores de la investigación.
Según el experto, la mayoría de los proyectos camineros en el país incluyen en sus presupuestos un financiamiento adicional para mitigar los posibles efectos directos que la obra pueda generar contra la naturaleza. Sin embargo, suelen obviar recursos para los efectos indirectos de sus obras que, en muchos casos, son más preocupantes y duros que los mismos efectos directos.
El aumento de la cacería y de la tala son algunos efectos mencionados en el estudio, que cita como ejemplo el impacto de la carretera Yucumo-Rurrenabaque en la reserva Pilón Lajas.
La investigación fue realizada por Conservación Estratégica y WCS Bolivia, con el financiamiento de la Fundación Moore y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). El informe formula sugerencias para cuidar el medio ambiente en la construcción de carreteras en el país, especialmente en las áreas protegidas.
El estudio muestra que con costos bajos, que oscilan entre el 0,52 y el 4,7% del costo total de las obras, se puede construir carreteras minimizando los daños a las áreas protegidas y con impactos positivos en las regiones.
“Lo que buscamos de una manera muy conservadora es incluir costos adicionales básicos en control y fiscalización para minimizar pérdidas ambientales y conflictos en las áreas protegidas. Esas áreas generan muchos beneficios al país, que necesitarían ser considerados en la promoción de proyectos viales en la región”, dice Leonardo Fleck, uno de los autores de la investigación.
Según el experto, la mayoría de los proyectos camineros en el país incluyen en sus presupuestos un financiamiento adicional para mitigar los posibles efectos directos que la obra pueda generar contra la naturaleza. Sin embargo, suelen obviar recursos para los efectos indirectos de sus obras que, en muchos casos, son más preocupantes y duros que los mismos efectos directos.
El aumento de la cacería y de la tala son algunos efectos mencionados en el estudio, que cita como ejemplo el impacto de la carretera Yucumo-Rurrenabaque en la reserva Pilón Lajas.
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