La construcción del camino Oruro-Pisiga tarda más de 30 años, como si fuera un proyecto para la eternidad, a pesar de tener solamente 237 kilómetros de distancia, desde la ciudad hasta la población fronteriza que permitirá conectar a Bolivia con la República de Chile, hacia el puerto de Iquique.
El proyecto fue concretado en 1978, después de intensas movilizaciones que lideró el Comité Cívico de Oruro, presidido por David Delgadillo Almaraz, a pesar que las marchas y bloqueos estaban prohibidos, en la última etapa del gobierno de Hugo Banzer Suárez. Sin embargo, en Oruro hubo paro de labores y un reclamo permanente para que se construya la obra.
El proyecto, sin embargo, se ejecutó desde 1983, con el primer tramo de Oruro a Toledo, con 37 kilómetros. La obra tardó en ejecutarse más de cuatro años. Posteriormente, se realizó el tramo Ancaravi-Huachacalla, ubicado casi en el centro de la carretera internacional, en la década del 90. El tramo tardó en construirse en más de cinco años, con constantes movilizaciones de los habitantes del occidente del departamento de Oruro y en medio de problemas.
Después, se construyó el tercer tramo de Huachacalla hasta Pisiga, pasando por Sabaya. Hoy, falta la construcción del cuarto tramo de Toledo hasta Ancaravi, pero el 8 de septiembre de 2011, cuando se iniciaron las obras, el contrato con la empresa Intensus Latinoamericana decía que debía estar concluido este tramo en 26 meses, pero hasta el momento apenas se ha avanzado el 10 por ciento del proyecto.
Son 56 kilómetros del camino, pasaron 19 meses de la firma del contrato y sólo faltan siete meses para la culminación del mismo, pero según la última inspección de las obras, por parte de las autoridades de la Gobernación de Oruro, apenas hay un avance del 10 por ciento. Sin embargo, se otorgó el plazo hasta el 15 de abril, para que la empresa pueda avanzar hasta el 20 por ciento, por lo menos, caso contrario se podría rescindir el contrato con ese consorcio.
El gobernador de Oruro, Santos Tito, dijo que es una preocupación permanente la ejecución de ese proyecto, ya que no se ha podido advertir gran avance, sino más al contrario, poco trabajo. De todas maneras, la Gobernación ha otorgado el último plazo para que la empresa haga ese proyecto, en las condiciones establecidas en el contrato.
La inspección se realizó la pasada semana, con la participación de parlamentarios y asambleístas departamentales que también se muestran preocupados por la lentitud en la ejecución de las obras.
La empresa, formada por bolivianos y españoles, denominada Intensus Latinoamericana se adjudicó la obra del camino Ancaravi-Toledo y la supervisión se encargó a la Asociación Accidental Ancaravi. Los desvíos que existen en el lugar, se encuentran deteriorados, después de la época de lluvias y los transportistas se quejan en forma permanente por la falta de celeridad en la ejecución del proyecto.
El financiamiento de la obra proviene de la Corporación Andina de Fomento. El costo total del proyecto es de 196 millones de bolivianos, mientras que otros 11 millones de bolivianos han sido previstos para la supervisión de la obra, según el informe de la Administradora Boliviana de Carreteras.
La Gobernación de Oruro tiene su contraparte del 15 por ciento en la ejecución del proyecto, pero el plazo para la culminación de la obra terminará en septiembre pasado, pero, según la inspección, parece que no habrá otro remedio que la rescisión del contrato, ya que hasta la fecha apenas existe un avance menos del 20 por ciento.
El camino Oruro-Pisiga permitirá la importación y exportación de productos por el puerto de Iquique, Chile, y facilitará el traslado de mercaderías y alimentos desde el Brasil, con destino a los países asiáticos.
Según el proyecto inicial, de los 56 kilómetros, 42 tendrán pavimento rígido y 14 kilómetros será con tratamiento superficial doble.
Oruro inició sus movilizaciones, para demostrar la factibilidad del proyecto, en 1956, con diversas caravanas que recorrieron en vehículos, por las sendas que permitían llegar hasta Pisiga y después hasta Iquique. El gran promotor de esa iniciativa fue Josermo Murillo Vacarreza.
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