Son muy útiles tanto como elementos canalizadores como de advertencia y de segregación del área de trabajo. Sin embargo, en ciertos casos pueden provocar accidentes serios por lo que, a veces, se recomiendan sólo cuando puedan localizarse donde existan pocas posibilidades de que sean impactados. Los tambores adecuados son los de plástico, no los de acero, con uno o más lados planos para limitar la posibilidad de que rueden mucho.
Los tambores deben lastrarse según las recomendaciones del fabricante, pero en ningún caso con más de 25 kg de arena suelta colocada al fondo; no deben lastrarse con rocas, trozos de hormigón u otros objetos similares y nunca el peso debe colocarse en la parte superior del tambor.
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