La compactación de un suelo produce una significativa disminución de los huecos entre las partículas sólidas. Este acomodo es un proceso que se mantiene activo por mucho tiempo después que el proceso mecánico de la compactación ha terminado. El fenómeno se manifiesta como una defor- mación superficial o de la rasante del camino; normalmente son ondulaciones cortas cuyas profundidades dependen de la compacidad inicial del suelo y de la altura del relleno.
Los estudios indican que en suelos bien compactados (sobre el 93% de la D.M.C.S.) las deformaciones que se deben esperar son muy pequeñas, del orden del 0,1 % de la altura total, de manera que aún en terraplenes altos bien compactados el fenómeno no debería presentarse. Por el contrario, cuando ocurre la situación descrita, ella seguramente deriva de una densificación insuficiente y, por lo tanto, la solución debe buscarse estableciendo el grado de compactación que presenta el relleno deformado.
La situación se puede normalizar reconstruyendo la parte superior del relleno, en un espesor adecuado para que el cambio de volumen remanente del resto no implique trastornos en la superficie de rodado.
Los estudios indican que en suelos bien compactados (sobre el 93% de la D.M.C.S.) las deformaciones que se deben esperar son muy pequeñas, del orden del 0,1 % de la altura total, de manera que aún en terraplenes altos bien compactados el fenómeno no debería presentarse. Por el contrario, cuando ocurre la situación descrita, ella seguramente deriva de una densificación insuficiente y, por lo tanto, la solución debe buscarse estableciendo el grado de compactación que presenta el relleno deformado.
La situación se puede normalizar reconstruyendo la parte superior del relleno, en un espesor adecuado para que el cambio de volumen remanente del resto no implique trastornos en la superficie de rodado.
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