OBJETIVOS. El concepto más integral de una adecuada gestión de mantenimiento obliga a inspecciones constantes de toda la red que se administra, a la auscultación periódica de algunos elementos para controlar su deterioro y, en general, a contar con un sistema uniforme y probado de cómo recoger y procesar la información que generan esas acciones.
Los mejores resultados se logran interviniendo oportunamente, lo que muchas veces equivale a prevenir o, dicho de otro modo, actuar para evitar que se produzcan ciertas fallas y deterioros. Sin embargo, sólo se puede actuar en este sentido cuando se dispone del historial completo del camino, es decir se conocen perfectamente las características de las obras y, a través de un seguimiento sistemático, es posible detectar un determinado comportamiento.
El seguimiento sistemático se efectúa en la práctica mediante una serie de inspecciones periódicas, cuyo objetivo es constatar y evaluar el estado en que se encuentran todos los elementos que conforman una carretera. Naturalmente
no todos los diferentes componentes de un camino requieren inspecciones con la misma frecuencia; incluso la periodicidad de las visitas puede ser variable para las diferentes estaciones del año.
El sistema de seguimiento y evaluación del nivel de deterioro de los diferentes componentes del camino que se propone, se basa en simples inspecciones visuales realizadas por personal técnico con algún nivel de entrenamiento. Consecuentemente, no se incluyen auscultaciones que requieren de equipos complejos, en el entendido que, por la extensión
de la red vial nacional, sólo se justifica disponer de muy pocas unidades y, por lo tanto, conviene que sean operadas en forma centralizada. Esto último no implica que se esté propiciando que las Direcciones Regionales de Vialidad dejen de participar activamente en el control de factores tan importantes para un mantenimiento adecuado de los pavimentos como son el IRI, la fricción transversal y las auscultaciones mediante deflectometría para establecer propiedades de los materiales que los componen.
Salvo por algunas excepciones que se justifican en cada caso, se entregan criterios y procedimientos para evaluar mediante inspección visual los deterioros que se detecten, agrupados en tres niveles de acuerdo a su severidad. Los criterios que se proponen para definir los niveles de severidad baja, media y alta, pueden parecer en algunos casos un tanto subjetivos, pero para fijarlos se han debido tener en consideración factores como: el riesgo que el deterioro lleve a un colapso del elemento, la influencia del deterioro en la serviciabilidad y, en algunos casos, la conveniencia económica de proceder sin dilaciones.
Los problemas que se encontrarán en las inspecciones serán numerosos, variados y, algunas veces, complejos. Asimismo, la evaluación de cualquier deterioro conlleva, necesariamente, algún grado de arbitrariedad y de definiciones cualitativas, en las que puede tener gran influencia el criterio de la persona que inspecciona. Resulta por lo tanto conveniente que, en lo posible, esta labor la realicen profesionales con algún grado de entrenamiento, que sean provistos de procedimientos uniformes y sistemáticos para la recolección de la información, y que exista un grupo de profesionales con experiencia que respalde cualquier falencia.
Los encargados de inspeccionar los elementos que potencialmente pueden originar las situaciones más difíciles, tales como los deslizamientos de suelos, deterioros de pavimentos y problemas en las estructuras, deberán tener la capacidad técnica para determinar cuando un problema especial es suficientemente complejo como para requerir la participación de un especialista.
En relación al entrenamiento adecuado del personal, es conveniente recalcar que las bondades del sistema de administración que se utilice nunca serán mayores que la calidad de la información básica que se le suministre.
En esta Sección se entregan algunos criterios de inspección y evaluación de los elementos del camino, que deben ayudar a formular el plan o programa que se requiere para la adecuada gestión del mantenimiento. Sin embargo, debe insistirse que un plan real, operativo y consistente, sólo puede formularse ajustándose a las características propias de la red
a la que se va a aplicar. Las variables que intervienen en el deterioro de los caminos son tantas, que sólo el conocimiento empírico puede definir acciones adecuadas.
Aún cuando no se puede ser completamente taxativo en muchas de las calificaciones que se dan a los diversas tipos de fallas que se presentan, los criterios utilizados para asignar la severidad del problema son los siguientes:
Los mejores resultados se logran interviniendo oportunamente, lo que muchas veces equivale a prevenir o, dicho de otro modo, actuar para evitar que se produzcan ciertas fallas y deterioros. Sin embargo, sólo se puede actuar en este sentido cuando se dispone del historial completo del camino, es decir se conocen perfectamente las características de las obras y, a través de un seguimiento sistemático, es posible detectar un determinado comportamiento.
El seguimiento sistemático se efectúa en la práctica mediante una serie de inspecciones periódicas, cuyo objetivo es constatar y evaluar el estado en que se encuentran todos los elementos que conforman una carretera. Naturalmente
no todos los diferentes componentes de un camino requieren inspecciones con la misma frecuencia; incluso la periodicidad de las visitas puede ser variable para las diferentes estaciones del año.
El sistema de seguimiento y evaluación del nivel de deterioro de los diferentes componentes del camino que se propone, se basa en simples inspecciones visuales realizadas por personal técnico con algún nivel de entrenamiento. Consecuentemente, no se incluyen auscultaciones que requieren de equipos complejos, en el entendido que, por la extensión
de la red vial nacional, sólo se justifica disponer de muy pocas unidades y, por lo tanto, conviene que sean operadas en forma centralizada. Esto último no implica que se esté propiciando que las Direcciones Regionales de Vialidad dejen de participar activamente en el control de factores tan importantes para un mantenimiento adecuado de los pavimentos como son el IRI, la fricción transversal y las auscultaciones mediante deflectometría para establecer propiedades de los materiales que los componen.
Salvo por algunas excepciones que se justifican en cada caso, se entregan criterios y procedimientos para evaluar mediante inspección visual los deterioros que se detecten, agrupados en tres niveles de acuerdo a su severidad. Los criterios que se proponen para definir los niveles de severidad baja, media y alta, pueden parecer en algunos casos un tanto subjetivos, pero para fijarlos se han debido tener en consideración factores como: el riesgo que el deterioro lleve a un colapso del elemento, la influencia del deterioro en la serviciabilidad y, en algunos casos, la conveniencia económica de proceder sin dilaciones.
Los problemas que se encontrarán en las inspecciones serán numerosos, variados y, algunas veces, complejos. Asimismo, la evaluación de cualquier deterioro conlleva, necesariamente, algún grado de arbitrariedad y de definiciones cualitativas, en las que puede tener gran influencia el criterio de la persona que inspecciona. Resulta por lo tanto conveniente que, en lo posible, esta labor la realicen profesionales con algún grado de entrenamiento, que sean provistos de procedimientos uniformes y sistemáticos para la recolección de la información, y que exista un grupo de profesionales con experiencia que respalde cualquier falencia.
Los encargados de inspeccionar los elementos que potencialmente pueden originar las situaciones más difíciles, tales como los deslizamientos de suelos, deterioros de pavimentos y problemas en las estructuras, deberán tener la capacidad técnica para determinar cuando un problema especial es suficientemente complejo como para requerir la participación de un especialista.
En relación al entrenamiento adecuado del personal, es conveniente recalcar que las bondades del sistema de administración que se utilice nunca serán mayores que la calidad de la información básica que se le suministre.
En esta Sección se entregan algunos criterios de inspección y evaluación de los elementos del camino, que deben ayudar a formular el plan o programa que se requiere para la adecuada gestión del mantenimiento. Sin embargo, debe insistirse que un plan real, operativo y consistente, sólo puede formularse ajustándose a las características propias de la red
a la que se va a aplicar. Las variables que intervienen en el deterioro de los caminos son tantas, que sólo el conocimiento empírico puede definir acciones adecuadas.
Aún cuando no se puede ser completamente taxativo en muchas de las calificaciones que se dan a los diversas tipos de fallas que se presentan, los criterios utilizados para asignar la severidad del problema son los siguientes:
- Severidad Alta: se recomienda intervenir de inmediato, pues el problema se transformará rápidamente en otro más grave y/o atenta seriamente contra la serviciabilidad del camino.
- Severidad Media: conviene programar la intervención a muy corto plazo; afecta moderadamente la serviciabilidad de la ruta.
- Severidad Baja: es un aviso que en el futuro próximo se deberá enfrentar una situación conflictiva.
El término serviciabilidad se utiliza en el sentido más amplio, es decir, incluyendo conceptos de seguridad vial.
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