jueves, 7 de agosto de 2008

Causas que originan el deterioro

Los puentes y estructuras pueden deteriorarse por el escurrimiento natural de una corriente, por los vehículos que los utilizan o por otras causas naturales, tales como sismos, aluviones, corrosión, pudrición, etc.

Los escurrimientos naturales habituales y, con mayor razón, las grandes crecidas y aluviones, son los que más comúnmente producen daños a puentes y estructuras. Como gran parte del país se caracteriza por la existencia de ríos con escurrimientos del tipo torrente, es habitual que ocurran socavaciones en torno a las fundaciones, erosiones de los taludes de los terraplenes de acceso y otras fallas similares. La socavación de las fundaciones muchas veces se traduce en asentamientos que generan grietas y fisuras en la estructura.
Los daños más comunes provocados por el tránsito de vehículos son los impactos a las barandas y para-
petos en puentes, y los que producen en vigas y losas las cargas de altura superior a la permitida, en el caso de los pasos superiores. La circulación de vehículos propiamente tal, deteriora el pavimento de la estructura provocando des- gastes, ahuellamientos, fisuras, alabeos, asentamientos y otros. Asimismo, se dañan las juntas de expansión, se sueltan las cantoneras, se obstruyen las juntas y barbacanas, etc. En los puentes de madera, la circulación de los vehículos provoca, normalmente, desgaste de los tablones de rodado y que se suelten debido a la pérdida de clavos o pasadores.

En caminos no pavimentados, el tránsito normalmente arrastra material de la carpeta hacia la calzada de la estructura, lo que acelera el desgaste del pavimento, obstruye las barbacanas de desagüe y las juntas de expansión, y cubre con suelos las mesas de apoyo de la superestructura.

Los sismos de magnitud importante son otros de los agentes que provocan daños de consideración en los puentes y estructuras; inducen grietas y asentamientos en la infraestructura y, en algunos casos, el colapso parcial o total de la estructura.

El medio ambiente, es decir, las variaciones térmicas, la humedad del aire, las precipitaciones, los ambien- tes marinos, etc., provocan deterioros importantes en las obras estructuradas con elementos metálicos y/o madera. La corrosión de vigas, barandas y arriostramientos metálicos, así como la pudrición de las maderas, obligan a efectuar periódicamente el mantenimiento de estos elementos. De igual modo, los hormigones agrietados o con fisuras sufren la corrosión de las armaduras; por este mismo proceso se desprenden trozos del hormigón de recubrimiento quedando las enfierraduras a la vista, con lo que se acentúa el proceso corrosivo. Este fenómeno es especialmente acelerado en las armaduras o cables pretensados en los hormigones post y pretensados, con el agravante que la corrosión del acero bajo tensión puede producir el colapso del elemento estructural.

Los efectos señalados son especialmente notorios en los puentes más antiguos, muchos de los cuales tiene 35, 40 o más años de servicio, en su mayoría obsoletos, pues no cubren los requerimientos básicos de seguridad y capacidad portante para las actuales cargas de diseño.

Las estructuras son principalmente de hormigón, acero, mampostería, madera y otros materiales en ele- mentos con una función muy específica, tales como son los sistemas de apoyo y los anclajes antisísmicos. También deben considerarse materiales y elementos como los gaviones y enrocados los que, sin formar parte del puente propiamente tal, permiten proteger tanto la estructura como las vías de acceso.

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