domingo, 27 de mayo de 2007

NECESIDADES DE MANTENIMIENTO

ANTECEDENTES GENERALES.

Las carreteras requieren de intervenciones motivadas tanto por la obsolescencia propia de los materiales que las conforman como por fallas, generalmente puntuales, que pueden tener su origen ya sea en situaciones especiales no detectadas en el diseño o en problemas derivados de la construcción, la que nunca puede ser perfectamente homogénea. Debe tenerse siempre presente que parte importante de las obras de una carretera corresponden a suelos cuyas características cambian a lo largo de su emplazamiento, y que sus propiedades se modifican al variar las condiciones ambientales y otros factores que no pueden ser completamente controlados ni previstos.

Los estudios más recientes destinados a mejorar la eficiencia del mantenimiento vial que se han realizado
en diferentes partes del mundo, indican que los mejores resultados se logran cuando se aplica la técnica de mantenimiento adecuada en el momento oportuno. Por consiguiente, tanto la elección de esa técnica como la determinación del momento más conveniente para aplicarla, requieren de un conocimiento cabal de los mecanismos que han provocado el deterioro en los diversos elementos que componen los caminos.

El siguiente párrafo, originado en una de las más prestigiosas organizaciones dedicada a estudiar los caminos, la AASHTO, resume muy adecuadamente los conceptos que se quieren expresar: “Resulta fácil, pero también es muy poco adecuado, realizar un “arreglo a la rápida “o, peor aún, un trabajo de cosmética en un pavimento deteriorado. Los fondos invertidos en reparaciones superficiales son dinero malgastados. Si no se corrigen los mecanismos que originan la falla el deterioro reaparecerá con una severidad creciente. Los beneficios de corto plazo derivados de repara- ciones superficiales nunca justifican lo invertido. Este tipo de reparaciones no son en sí malas; simplemente son antieconómicas”.

Consecuente con lo señalado, en esta Sección se entrega, como una manera de uniformar conceptos y criterios, una descripción resumida de los principales elementos que conforman las carreteras, de las fallas más importantes que los afectan y de las causas que más comúnmente las originan. Tanto por la amplitud del tema, como por la imposibilidad de cubrir todas las peculiaridades que suelen caracterizar diferentes zonas geográficas, la descripción es necesariamente general. Sin embargo, se estima que puede ser una herramienta adecuada para colaborar en la calificación de los daños y la consecuente programación de las labores de mantenimiento. Necesariamente los conceptos y criterios que se exponen deben ajustarse a las condiciones propias de la zona o región donde se aplicarán.

Por definición el mantenimiento sólo debe incluir trabajos que, en términos generales, estén orientados a preservar el camino para que preste un servicio adecuado, por el tiempo previsto en el diseño y bajo las condiciones de tránsito y ambientales prevalecientes. De acuerdo con ello, un camino bien diseñado y perfectamente construido sobre
un terreno ideal de características homogéneas, no debería requerir más mantenimiento que el que corresponde a operaciones de conservación rutinaria y periódica. Sin embargo, claramente la situación es otra; a veces, al poco tiempo después de la puesta en servicio, comienzan a detectarse pequeñas fallas que, de no repararse oportunamente, llevan
al colapso prematuro de sectores crecientes de la obra.

La entidad a cargo del mantenimiento debe estar preparada para afrontar situaciones como las recién descritas, y tener en cuenta que la ocurrencia de fallas, de extensión limitada y concentradas en unos pocos puntos, está ligada al concepto de nivel de confianza utilizado en los diseños de los diferentes elementos, a la variabilidad propia de los materiales que se utilizan en la construcción de un camino y, eventualmente, porque las solicitaciones (tránsito) superaron lo previsto.

Quien proyecta adopta lo que suele denominarse como «la mejor estimación» para asignarle un valor a la mayoría de los parámetros que intervienen en el diseño; el valor escogido deriva de una serie de resultados que representan las condiciones prevalecientes en determinados lugares del camino y que, casi siempre, presentan una alta variabilidad, resultando un rango de valores más o menos amplio. El valor de la serie por utilizar en el diseño está ligado
al nivel de confianza que se elija para diseñar, y determina la mayor o menor probabilidad que se produzcan fallas puntuales. En consecuencia, existe un margen probabilístico de que ciertas fallas ocurran muy temprano en la vida útil
de la obra.

Independientemente de los criterios que se hubieren utilizado en el diseño, la vida útil de una carretera puede prolongarse significativamente aplicando oportuna y adecuadamente las prácticas de mantenimiento disponibles
en la actualidad. Dentro de este contexto puede señalarse, por ejemplo, que existen entidades en varios países que no hacen reposiciones de los pavimentos de hormigón; simplemente cambian sistemática y oportunamente los sectores dañados, reparan los daños menores y aplican con cierta frecuencia un cepillado general de la superficie. Con el mismo criterio se remueven o fresan las capas superiores de un pavimento asfáltico y se reemplazan por un espesor similar de
una mezcla reciclada. Estas políticas de conservación han logrado mantener los pavimentos en óptimas condiciones, tanto funcionales como estructurales, minimizando así los costos de mantenimiento.

El drenaje es un factor que tiene gran importancia en el comportamiento de la mayoría de los elementos que componen un camino. Un sistema de drenaje ineficiente lleva, a lo menos, a acelerar significativamente el deterioro
de las obras, en especial en los caminos no pavimentados donde las fallas de drenaje se traducen, normalmente, en una inmediata intransitabilidad de la ruta. Consecuentemente, mantener y muchas veces complementar el drenaje de un camino sea, quizás, la inversión más rentable que se puede realizar dentro de la gestión de mantenimiento.

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