martes, 15 de julio de 2008

Protección de taludes

Un talud falla cuando la resistencia del corte del suelo es superada por el peso propio, por el del agua que contiene.

Al vencerse la resistencia al corte aparecen los derrumbes y los deslizamientos. (deslaves)

El objetivo principal de un adecuado drenaje de caminos es reducir o eliminar la energía generada por la corriente de agua.

No deberá permitirse que el agua alcance volúmenes o velocidades tales que puedan dañar la superficie de rodadura, los taludes de corte o relleno, las cunetas o la parte inferior de las alcantarillas.

La presencia de agua o humedad excesivas en la calzada repercutirá negativamente en las propiedades mecánicas de los materiales que la componen, provocando saturación.

Para que un sistema de drenaje de caminos sea eficaz durante su vida útil, deberá satisfacer dos criterios principales:

a) Debe alterar lo menos posible la red de drenaje natural
b) Debe drenar el agua superficial y subterránea de la calzada y drenarla en forma tal que impida acumulación excesiva en zonas inestables y la erosión ulterior.



Para satisfacer estos criterios, es importante tener presente que los factores hidrológicos y geotécnicos de las laderas inciden en la velocidad, volumen, dispersión o niveles de concentración de las aguas superficiales y sub-superficiales.

La forma (morfología) de la ladera influye en el drenaje del camino y en última instancia, en su estabilidad. En el caso de las laderas convexas y cóncavas, aún no existe un sistema de drenaje natural, mientras que en las laderas rectas, por lo general ya se han producido deslizamientos y por tanto el patrón de drenaje está mejor definido. El técnico de caminos debe considerar estos criterios, de manera que las estructuras de drenaje sean ubicadas en el sitio correcto.

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